El Robachicos, ¿cuál es su origen?

Hay que hablar de uno de los mitos con que se asusta a los niños para que se porten bien; y sin duda el que se lleva el 1° lugar fácilmente en dicha categoría al menos en México es este personaje.

Escucha el episodio de Rincón Escarlata en Spotify, aquí te dejo el link.

Era el preferido de nuestros padres, pero la verdad no era una historia que nos emocionara o nos causara algún tipo de curiosidad, no tenía inicio ni fin y ninguna parte de la «historia» si así se le podía llamar era emocionante en lo absoluto. De hecho, al escuchar el término nos asustaba mucho más por lo real que era. Hoy les platicaré del caso DEL ROBACHICOS.

Contexto histórico del origen

¿De dónde viene el concepto, el temor de los padres transmitido a los niños con tal que de que se portaran siempre bien?

Como tantos de estos monstruos, todo tiene un lazo con la historia, con la realidad, aunque este caso en especial no se convirtió en ningún ogro que se comiera las entrañas o algún demonio, ni nada, pasó de boca en boca crudamente tal cual era. Aunque quizá lo más escabroso es que es un ser sin género, sin color, sin señas particulares, ni tamaño o edad. El Robachicos podía o puede ser cualquier persona y estar en cualquier lugar.

Nos transportaremos nuevamente a finales del s. XIX e inicios del s. XX, todo era tan diferente en aquellas épocas. Incluso ver niños en la calle en lugar de dar algo de lástima y compasión como hoy, era motivo para que la prensa se quejara con el gobierno por haber demasiados niños en la calle haciendo ruido, jugando y ensuciando, el gobierno tenía que hacer algo con todos esos mocosos sin oficio ni beneficio, que seguramente terminarían siendo delincuentes. Como lo mencionaban algunos articulistas de la época.

Y así poco a poco la ciudad de México se iba modernizando o creciendo. Quizá por los resultados que iba obteniendo en ese momento el movimiento revolucionario. Crece la urbanización, aumenta mucho la población y por cumplir con la norma social de que el papel de la mujer fuera símbolo de femineidad, maternidad y protección, la cantidad de niños iba cada vez más en aumento. Es decir, lo correcto era que cualquier familia con básicas posibilidades se reprodujera vertiginosamente y tuviera multitud de hijos, de ahí que muchas de nuestras abuelas llegaban a tener algunas hasta doce o trece hermanos y a su vez, mínimo cuatro o cinco hijos.

Como mencionaba, los medios de comunicación se quejaban de tanto niño en la calle y comenzaron a criminalizar principalmente a los mendigos y clase pobre. Relacionando que forzosamente los mendigos robaban niños para obligarlos a mendigar y pidiendo que se hicieran pruebas contundentes a todas las familias de indigentes que fueran captadas en la calle para demostrar que esos niños eran suyos. Así fue que se desarrolló prácticamente una «cacería de brujas» con los indigentes a quienes se les viera con niños, pues rápidamente los gendarmes daban por hecho que podían ser niños sustraídos de hogares de familias decentes.

Cuando un niño hacía berrinche o se mostraba enojado, se decía que su mal carácter lo llevaría fácilmente a ser un delincuente.

Era muy fácil robar niños, pero también más fácil encontrarlos que hoy en día

Por otro lado, aunque robar niños parecía ser muy fácil, pues hasta los robaban estando adentro de sus propias casas (por el tema de que no se solían cerrar las puertas con llave), también parecía ser relativamente posible que, al buscar a sus hijos secuestrados, algunos padres lograran encontrarlos por lo “pequeña” que era la Ciudad en aquel tiempo. Buscando de casa en casa, de patio en patio, algunos padres lograron hallar a sus hijos.

Según el censo de población de 1900, en ese momento la población era principalmente joven, el 52.4% de la población tenían menos de 20 años. Y tan solo en la capital del país, en un lapso de 1900 a 1921 se pasó de 541,516 habitantes a 906,063, es decir casi se duplicó en 21 años; y alrededor del 42% eran menores de 15 años. La ciudad era aún lugar de confianza en el vecino y de ingenuidad, también por el deseo de tener una vida plena y poder aprovechar los espacios públicos, pero esto poco a poco se fue volviendo muy peligroso especialmente para los niños.

Viñeta de José Guadalupe Posada

Hay innumerables casos de madres que por el menor descuido de pronto estaban gritando como locas y llorando porque ya no veían a su pequeño o pequeña. Ahí se hacía realidad el peor de los temores de cualquier persona: es decir cortar de golpe el lazo con uno de tus seres más amados que es parte del cuerpo de quien lo busca sin saber absolutamente nada, de su situación, si vive o muere si sufre, si come, etc…

Al principio los secuestros ocurrían en lugares públicos, de hecho muchas veces gracias ala comunidad que todavía era unida y se apoyaba, se logró frustrar uno que otro robo o en otros casos se lograba dar con el paradero del robachicos y rescatar al niño.

Por ejemplo. El caso de Delfina en 1902, una niñita de solo 4 años, jugaba en la puerta de si casa cuando un hombre se acercó con dulces y la convenció; sus familiares se alcanzaron a dar cuenta y comenzaron a perseguirlo, pero el tipo se escapó; afortunadamente en esa ocasión el criminal se topó en un callejón con un grupo de hombres de calle, posiblemente hasta indigentes, con buen corazón lo atacaron al ver lo que quería hacer y el robachicos en esa ocasión perdió la batalla. Muchos de los robos se daban cuando los niños estaban jugando en sus patios o plazuelas de sus vecindades.

Algo que muy curioso de resaltar, es que la ciudad era aún tan pequeña y con tan poca población, comparándola con los días actuales, que, si una madre que perdía a su hijo se imponía verdaderamente la misión de hallarlo, buscando literal de casa en casa algunas veces le daba buenos frutos y lo encontraba en algún tipo de bodega o salones grandes y descuidados, eso sí resguardados por uno de la banda.

Como el caso de Rita Guadarrama, a quien le robaron a su bebé de trece meses, Rita pasó días enteros buscando de casa en casa, plazuelas, tiendas, iglesias, tabernas; decían que no comía porque no paraba de buscar. Hasta que 3 días después escuchó un llanto e inmediatamente supo que era el llanto de su bebé. Lo encontró con 2 mujeres en la plaza de la Lagunilla bebiendo con dos hombres en una taberna. Y así logró recuperar a su hijo. Y ahora sí el caso que a mi parecer generó determinantemente ese temor generalizado pues era prácticamente una plaga.

CASO DE LOS NIÑOS ROBADOS PARA TRABAJAR EN YUCATÁN

Este caso saca a la luz una verdad que a muchos nos parecería increíble. El temido Robachicos en realidad escondía una tremenda red de esclavitud de niños sustraídos de sus familias para ser mano de obra en Oaxaca o Yucatán. Esclavitud con todas sus letras, ¿no me creen? Sigan leyendo.

En 1907 había algunos presos de la Revolución en Los Angeles, California. Entre ellos Ricardo Flores Magón, eran visitados en ocasiones por un periodista llamado John Kennet Turner. Los mexicanos le contaron al periodista que en México había una horrible plaga de robo de niños, con fines de esclavitud. Así como lo escuchó el reportero tenía que comprobarlo por sí mismo y viajó a México y comenzar su investigación. Esta le arrojó que en un año por ahí de septiembre en 1908 habían desaparecido cerca de 360 niños entre 6 y 12 años y que eran llevados al “Valle Nacional” que era una zona a la que pertenecían muchas haciendas de Oaxaca que sembraban específicamente tabaco. Pero esta era literalmente la punta del Iceberg. Esto no había comenzado en 1907.

En 1902 la policía encontró una casa de “detención ilegal de niños” que eran llevados a Yucatán, los titulares decían algo así como “Descubrimiento sensacional, verdadero tráfico de carne humana” se calculó que cerca de 400 niños habían sido víctimas de esta red. Esta fue descubierta por Juana García que había perdido a su hijo Heriberto de 8 años, ella alcanzó a darse cuenta que un hombre se llevaba a su hijo, corrió y lo perdió. Pero siguió más o menos el rastro y preguntando por fin vio al hombre con su hijo metiéndolo a un galerón grande, cuando les pidió que se lo regresaran descaradamente se negaron. Juana fue por ayuda de un gendarme (como se les decía a los policías de calle en esos tiempos) y con el gendarme acompañándola llegó al lugar. Lo más increíble fue que al llegar un hombre le prohibió el paso, el hombre se negó, porque ya lo habían alistado en sus registros y ese niño les servía para mano de obra… ¡Aún con el gendarme presente no lo querían soltar! Verdaderamente shockeante.

Finalmente, la mujer ganó y rescató a su Heriberto, el pequeño aseguró que en ese lugar había muchos niños como él de entre 8 y 9 años que también habían sido secuestrados que ahí. Aquí aparece el primer eslabón de la cadena, un tal José Tornel que respondía que eran órdenes de su jefe de nombre Enrique Iglesias.

Decía que eran contratistas de trabajadores, por ahí que andaba atento Iglesias quien rápidamente movió a los niños sacándolos por otra puerta llevándolos a otra de sus casas. Pero fueron descubiertos por los policías rescatando a 11 niños. Sus testimonios fueron super importantes. Uno de esos niños que sobrevivió al los Robachicos se llamaba José Guadalupe Ramírez y se le tomó la siguiente declaración:

…Al Regresar de San Fernando a donde fue a llevar a su padre Feliciano Ramírez ñas herramientas de albañilería con que trabaja, fue tomado de la mano en la calle de Cordobanes por un individuo medio güero que después se supo, se llama José Larios, que caminó con él rumbo a Peralvillo y comenzó a hacerle proposiciones para que fuese a trabajar con él pagándoles dos reales diarios, que él (José Guadalupe) empezó bien pronto a resistirse, no sin haberle manifestado que para arreglarse en lo relativo al trabajo que le proponía, necesitaba hablar antes con sus padres…; y cuando menos lo esperaban se encontraban en la casa número 7 y medio de la 3ª calle de Peralvillo, donde contra toda su voluntad permanecieron hasta el viernes que la policía fue a sacarlos de ahí. Agregó que los golpeaba mucho durante su encierro una mujer que se llamaba Angela Flores. Que les daban “Chicotazos” y que para dormir no les daban ni siquiera un petate. Y que les quitaban los reales que según les habían pagado para darles un plato de frijoles al día..

Con esta noticia por su puesto se generó mucha indignación, pero impulsó a varias mujeres víctimas también de haber perdido a sus hijos a denunciar sus casos, estas fueron asesoradas por un buen abogado de nombre reconocido. Y es en ese momento que entra a escena el jefe, quien más terror sembró en los corazones de cientos de familias mexicanas.

Muy contrario a lo que en aquel momento la gente se hubiera imaginado, es decir que fuera un mendigo malvado, un indigente que solo anduviera por ahí robando niños, emborrachándose y llevando a los niños quién sabe a dónde, más bien se trataba de un hombre de edad avanzada, tenía 63 años, había tenido a esas alturas 22 hijos, nacido en San Andrés Tuxtla, Veracruz y era el principal responsable del secuestro y tráfico de aquellos niños. Su nombre era José Joaquín Pedro Romay Riveroll.

Este es Joaquín Romay Riveroll

Y era una persona muy cercana al círculo más íntimo, de alguien muy familiar en nuestra historia ¿imaginan de quien?
Efectivamente del presidente de México Porfirio Díaz.

Pues así como lo oyen, el peor y más desalmado robachicos era un importante hombre completamente protegido por los hacendados más poderosos de aquel tiempo, especialmente del estado de Yucatán, que lo habían COMISIONADO específicamente para la labor de recolectar mano de obra para sus haciendas, obviamente a ojos cerrados confiando plenamente en que este hombre cumplía con lo que se le encargaba sin importar lo que se tuviera qué hacer para conseguirlo.

Supuestamente Yucatán en aquel tiempo era visto como un lugar muy peligroso, demasiado exótico y despoblado, pero para fines prácticos era un gran territorio, por lo que no había mucha gente que quisiera llegar ahí a vivir así que como necesitaban trabajadores para la agricultura especialmente de henequén. Pues conseguirían esa mano de obra costara lo que costara.

Niños esclavos en haciendas de henequén, Yucatán en la 1ª década del siglo XX.

Se dijo que intentó evadir los cuestionamientos de la policía, pero al final no pudo y tuvo que asistir a declarar. En una nota del Diario “El Imparcial” se le describió como un hombre pálido, violento e irascible. Sin embargo, Romay siempre manifestó su disposición a ayudar a la policía en lo que fuera necesario. En su declaración aseguró que él personalmente no tenía que ver absolutamente nada con el “enganchamiento” es decir, secuestro de la mano de obra, es decir los niños. Que eso era labor de sus agentes comisionados como lo era Enrique Iglesias, y este a su vez coordinaba a los demás como José Tornel o Angela Flores.

Pero comentó que era una labor completamente decorosa y positiva pues era con el fin de hacer crecer al estado de Yucatán en su agricultura, movimiento social y la economía. Pues en todo caso esos niños serían enseñados a trabajar y no a vagabundear ni alcoholizarse. Es decir esos niños prácticamente estaban mejor en la manos de sus secuestradores, esclavizadores que con sus familias. Además confesó que todo esto lo había hecho siempre con la protección de la policía de lso ferrocarriles, que el transporte y abordaje de las “remesas” (niños) y que jamás impidió que los gendarmes entraran al vagón de los niños a ver qué llevaban, es decir para él su trabajo era completamente transparente y con responsabilidad social. Por último dijo que para estos trabajos Romay se coordinaba con el General Luis Legorreta quien había conseguido el permiso presidencial de Díaz para transportar “reos rateros” con el fin de trabajar en la Valle Nacional, es decir Oaxaca. Todo estaba demasiado retorcido.

Niña cargando a otro niño pequeño, ambos esclavos en una hacienda henequenera.

Cuando interrogaron a Iglesias éste dijo que él no tenía idea de cómo sus agentes ejecutaban los planes, él solo sabía que tenía que juntar determinada cantidad de niños y llevarlos en barco a Yucatán. Es decir que se echaban la bolita unos a otros. Y los de hasta abajo lo negaban todo diciendo que todo lo habían hecho por la buena y que los niños habían aceptado de buena gana, lo cual jamás fue aceptado por ninguno de los niños rescatados.

Gran negocio, niños a $20. Reina la impunidad

Entre todos empezaron a declarar abiertamente lo que cobraban por niño. José Tornel, por ejemplo, uno de los penúltimos eslabones de la cadena, cobraba un sueldo de $50 mensuales y $2 por niño. Le pagaba Enrique Iglesias, quien a su vez vendía a cada niño por $20 a Romay. Iglesias decía que a los “infantitos” los tomaba personalmente a título de huérfanos. Total que a esas alturas llegó a juntar la cantidad de $2400 por todos los niños vendidos.

Iglesias era aún más descarado, decía que no sabía que aquello fuera ilegal, pues él estaba haciendo un bien para la nación. Dijo que solo había enviado a un total de 120 niños. Aunque definitivamente según los reportes de niños desaparecidos o robados prácticamente a la vista de sus papás da a calcular que esa cifra puede ser fácilmente del triple.

Y bueno, efectivamente se hallaron en la hacienda henequenera de Acancéh a 54 niños raptados, intervino el gobernador de Yucatán para levantarse el cuello de lo ético que era al rescatar y recolocar con sus familias a esos niños inocentes (como si no supiera que eso ocurría desde hace muuucho tiempo) y pues tratar de enumerar los eventos de todo lo que esto generé haría q el programa durara todo un día, pero lo importante es saber que…. Cuando ya se terminó de saber esto y todo salió a la luz los mismos periódicos exigían justicia, imploraban el castigo más ejemplar para este tamaño de monstruo que eran los grandes hacendados, pues finalmente son quienes “consumían dichas Remesas” como explicaban Romay.

En conclusión absolutamente ningún hacendado fue llamado a declarar. Y para sorpresa absolutamente de nadie, reinó completamente la impunidad con todas sus letras.

Por ejemplo la justificación para dejar libre a Romay era que “era visto como uno de los más ejemplares hombres en la zona de Yucatán», Oaxaca y hasta Guadalajara y q seguramente todo lo había hecho con buenas intenciones, era un buen hombre no merecía ir a la cárcel. Pagando la cantidad de 10 mil pesos el peor secuestrador de México en esos años quedó en completa libertad.

Y en cuanto a los demás eslabones como Iglesias y Tornel, pues más o menos les ayudó la “tipificación” del delito, pues más bien esta no existía como plagio de menores. Y el juez decidió cambiar su acusación en lugar de plagio por el de violación de garantías individuales. Así que Iglesias por ejemplo fue castigado con la terrible pena de pagar una multa de $2000 pesos y salir en libertad.

Ahora que si este caso y todo lo que acarreó fue lo que más ayudó a que se incrustara el terror al Robachicos en México de entonces a la fecha actual, puede ser. No fueron los primeros en hacerlo. Pero sí que fueron los que lo hicieron mucho más, tanto por la cantidad de niños que robaron como lo que hacían con ellos la desfachatez para librarse argumentando que eran protegidos por altos mandos y la impunidad que reinó, el cómo se salieron vilmente con la suya puede ser la causa de más temor aún tanto para los niños, como para los padres sobretodo.

¿Qué piensan? ¿Creen que efectivamente este caso da origen al temor a los robachicos, o solo es un caso más de nuestra historia?

Fuentes

https://www.yucatan.com.mx/merida/central-9/hacendados-y-politicos-de-yucatan-vendian-miles-de-indigenas-mayas-a-cuba

http://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0185-26202018000100195&lng=es&nrm=iso

Principal
Robachicos: Historia del secuestro infantil en México (1900-1960), Sosenski, Susana. Editorial Grano de Sal.

Deja un comentario

Crea un blog o un sitio web gratuitos con WordPress.com.

Subir ↑