Nace un monstruo más

Cuento de Marcela Briseño Loaiza.

Regi se encontraba jugando a hacer pulseras, intentando entrelazar correctamente los lazos de colores para formar el patrón que deseaba.

Sonaba la televisión de fondo con el noticiero que su mamá había sintonizado, algunos comerciales de detergentes seguidos por anuncios del próximo programa de la competencia de cantantes amateur al que la televisora dedica el 85% de inversión en publicidad y también, de tiempo en su programación.

De pronto regresó al aire el noticiero, dando a conocer de forma algo pasajera y muy resumida la noticia de que tres jóvenes estadounidenses habían logrado escapar del secuestro en el que su captor las había mantenido por más de 10 años.

El reportero hablaba de que habían sido mantenidas como esclavas sexuales, torturadas y que una de ellas había dado a luz en cautiverio. Regi ya sabía lo que significaba ser esclava sexual, su mamá se lo había explicado alguna vez para advertirle de personas peligrosas que podían robarse a las niñas como ella; su mamá no reparaba en explicaciones algo sofisticadas para una niña de 9 años, pues sabe que su hija es muy inteligente y cree que es mejor que esté bien enterada de todas las cosas que pueden pasar si ella no se cuida a sí misma. —Yo no podré cuidarte por siempre Regina— le repetía seguido.

El enterarse de esa noticia, la cual solo duró al aire al rededor de 40 segundos, quedó muy impactada, pero mucho más intrigada. ¿Qué podría haber llevado a un hombre a encerrar contra su voluntad a tres mujeres tan jóvenes por tantos años?

¿Para qué las quería encerradas? ¿Qué le habían hecho ellas a él? Se preguntaba. Comenzó a imaginarse cómo fue que las atrajo en un principio, con qué mentiras, o si tal vez al principio sus intenciones eran buenas y después se enojó por algo y a causa de ello fue que decidió mantenerlas secuestradas.

Tardó días meditando en aquello, la pequeña Regi entre su inocencia y viveza, no terminaba de entender si a aquel sujeto se le podía llamar “loco” o “ser demoniaco”.

No dejaba de pensar que ese hombre se las había arreglado para que nadie durante 10 años notara que ocurría algo raro en aquella casa con ventanas selladas por tablones de madera, logró engañar a sus vecinos, a los familiares que lo visitaban; ¡es más! Se hizo pasar por vecino preocupado por una de las desaparecidas en una de las ocasiones que varios vecinos y amigos se juntaron para buscarla y ¡dio su apoyo a la madre de ésta! ¡¿Cómo era posible eso?!

Se le podría llamar “monstruo” a ese señor —pensó.

Para Regi un monstruo es un ser que incapaz de convivir con las demás personas como cualquier otro, pero ¿por qué? ¿Qué tienen los monstruos de malo para no poder ser parte de la sociedad? —Se preguntaba— Bueno… pues son muy feos, huelen mal, tienen manchas o verrugas, tienen deformidades en sus cuerpos.

Aunque a este sujeto no se le veía nada de eso —pensó—. Y si ¿a lo mejor todo eso que lo hace horrible, lo tenía por dentro y no por fuera? Posiblemente eso se lo había hecho alguien más, pero también podía haber simplemente nacido así.

Pasaban los días y Regina se iba distrayendo de ese horrible acontecimiento, últimamente se pasaba más tiempo escuchando a su mamá platicándole sus problemas en el trabajo y lo mucho que detestaba al último gobierno, o a veces incluso tenía que ayudar en algunas cosas sencillas que le pedía su papá para distraerla cuando terminaba su tarea.

Otro día en el que llegaba del colegio, su mamá encendió de nuevo la televisión en el canal de noticias que solía ver mientras le preparaba la comida.

Como introducción de las notas que darían a conocer ese día, volvieron a hablar del “Terrible caso del secuestrador de Cleveland- Hoy le daremos los escabrosos detalles de lo que padecieron durante una década las 3 mujeres secuestradas”

Regi de inmediato dejó a un lado lo que traía en la mano, se sentó con los ojos más abiertos que de costumbre y esperó a que tocaran el tema. Muy atenta.

En el reportaje narraban que a las mujeres las había mantenido encadenadas, las golpeaba brutalmente y violaba. Una de ellas había sufrido varios abortos a causa de las golpizas recibidas por el monstruo.

—Mejor vete a tu cuarto en lo que te sirvo la comida Regional, ándale— le mandó su mamá. Hasta para aquella mujer tan racional había límites dentro de lo que una niña necesitaba saber y lo que estaba de más.

La niña había alcanzado a escuchar lo suficiente. Su mente comenzó a volar.

      ***Había una vez un pequeño niñito, que había nacido como todos los niños, bueno e inocente. Pero le había tocado vivir con un monstruo ya que ese monstruo había hecho un trato con su papá, el papá había perdido y tuvo que entregarle a su hijo y esposa al monstruo. Ese monstruo les pegaba, a veces no les daba de comer y constantemente los amenazaba con comérselos, les decía que solo los conservaba para ponerlos gordos y que, cuando lo estuvieran suficientemente, se los comería.

El pequeñito y su mamá solo podían esperar a que llegara el monstruo por las noches a realizar las mismas cosas feas y agresivas que hacías todas las noches. Se abrazaban y su mamá solo lloraba.

Pasaron algunos años, el niño y su mamá ya habían perdido toda esperanza de escapar de aquel infierno. Incluso se habían vuelto más fríos y distantes, no mostraban más interés por la vida.

Llegó el fatal día. La mamá del pequeñito ya estaba gorda de tanto comer lo que les daba el monstruo. Esa noche llegó el monstruo borracho y muy hambriento y así sin más le pidió a la mamá que se acercara. La gorda mujer se acercó respirando con trabajo, el monstruo sacó su garrote y le dio un buen golpe en la cabeza, matándola de inmediato. El niño no pudo hacer nada, solo quedó impávido y miró cómo era devorada por aquel repugnante ser.

El pequeño conteniendo sus sentimientos esperó a que el mazacote asqueroso de grasa se durmiera, ya que estaba muy ebrio, no tardaría tanto.

Así que en cuanto se durmió, el niño encontró el veneno de ratas que usaba el monstruo y se lo echó en la boca que aquel costal de porquería tenía abierta. De inmediato el veneno comenzó a hacer efecto y la boca del monstruo empezó a burbujear un repugnante líquido verde. El niño se asustó al ver aquello pues el gigante despertó y tambaleándose y golpeando todo a su alrededor le lanzó una maldición:

“Aunque escapes y huyas hacia las colinas más lejanas te voy a encontrar y me apoderaré de ti, porque me meteré en tu cuerpo sin que tú lo sepas y cuando menos lo esperes”***

Regi dejó hasta ahí su escrito y de inmediato se sintió algo relajada y satisfecha.

—¡A comer!— gritó su mamá. Ella obedeció y se dirigió al comedor.

Siguieron corriendo los días, quizás meses, Regi no se había vuelto a sentir inspirada en su cuento, se entretenía con un libro de una pequeña niña vampiro que le había regalado su tía Trini. Cuando de nuevo en el noticiero de costumbre, se escuchó ya hacia el final una breve nota:

“Hayan el cuerpo sin vida del secuestrador de Cleveland en su celda, todo indica un suicidio”

La familia cayó durante unos cuantos segundos, la madre solo comentó: —el desgraciado se fue por la vía fácil, ¡qué cobarde!—.

Se sintió una leve sensación de justicia pero el mismo tiempo de frustración. ¿Qué había más allá? ¿Hasta dónde se había salido con la suya o alguien había triunfado sin que nadie lo notara?

Regi buscó en su mueblecito de noche su cuaderno y sus lápices de colores. Retomó su escrito:

***… El niño logró escapar, corrió despavorido hacia el bosque atravesando rincones tenebrosos en medio de árboles obscuros. Encontró una cueva absolutamente carente de luz y de ruidos, pero donde se sintió a salvo, no hacía ni frío ni calor. Ahí se quedó y pasaron los días, meses…  Hasta que se dio cuenta que ya no sabía cómo hablar con la gente ni cómo podría adaptarse de nuevo a la vida en la aldea, permaneció escondido hasta que los meses se convirtieron en años.

Decidió finalmente cobrar valor y salir de su encierro.

Caminó y encontró en el bosque cerca de la aldea más cercana una pequeña casa de madera, estaba sola; le pareció cómoda y se quedó a vivir ahí.

Un día que había visitado la aldea por los víveres básicos se topó con una dulce muchacha de mirada brillante e ingenua, conversaron solo unos minutos cuando ambos notaron que se necesitaban y debían estar juntos por mucho tiempo.

Al poco tiempo se casaron y ella se fue a vivir con él a su cabaña.

Ella se portaba bien, era buena esposa, cariñosa y hacía lo que le correspondía en la casa, sin embargo, el muchacho se sentía insatisfecho constantemente y se enojaba cuando ella debía salir así se tratara de unos cuantos minutos, se enojaba cada vez más, su esposa sentía a veces que ya no lo conocía.

Un día que ella tardó un poco más de lo normal, él comenzó a enojarse, durante esa sensación escuchaba una voz en su cabeza que le decía “te lo dije” seguida por una risa macabra. Al cabo de unos minutos ya estaba totalmente fuera de sí se jalaba el pelo y azotaba las manos en la mesa.

Cuando su joven esposa regresó, él ya no pudo controlarse más. ni si quiera le preguntó nada. La chica no tuvo oportunidad de decir una palabra.

Él tenía el machete en la mano, la tomó del brazo y de un solo movimiento le cortó la cabeza. En ese justo instante se dio cuenta que ese ser despreciable había vuelto; con una voz fantasmal le repetía: “te dije que me apoderaría de ti, nunca podrás ser libre”

El muchacho, dándose cuenta de lo que acaba de hacer, y luchando con todas sus fuerzas gritó: ¡¡¡No!!! ¡¡No lo permitiré!! y atando una soga al (palo del techo), se subió a la silla que tenía cerca, metió la cabeza en el aro de la soga, pateó la silla y su cuello se quebró quitándole la vida al instante.

El monstruo maligno no tuvo oportunidad de hacer más daño. Finalmente hubo alguien que lo detuvo; aunque ese alguien ya no era el pequeño inocente, ese niño había muerto muchos años atrás.

Fin***

Terminó de escribir, con una sensación de justicia pero, al mismo tiempo, se quedaba con ella la pregunta: Ese niño ¿se pudo haber salvado?

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