¿Qué tan psicópata es tu superhéroe favorito?

Oh! Los superhéroes… esas nobles almas ficticias, que siempre que necesitamos un escape de la realidad acuden a protegernos de cualquier caos o molestia que se nos atraviese en nuestro día a día. ¡Cuántas veces hemos deseado que en verdad existiera alguno de ellos para que llegara a hacer la justicia que nuestras autoridades no logran ni un poco! Echemos un vistazo a la realidad y revisemos si es posible que se diera el caso, aunque sea uno, uno pequeñito no tan espectacular ni con capa, pero que le pusiera un alto al funcionario corrupto, o le diera un buen zape al tipejo asqueroso que acosa a una mujer.

Tomando en cuenta que según los conocedores la psicología del Superhéroe agrupa cuatro valores morales irrenunciables: compasión, sacrificio, generosidad y autocontrol. Si volteamos a ver la realidad, ¿qué tanto podría subsistir un superhéroe siendo bueno, sano y normal con esos valores?

Básicamente la narrativa de cualquier superhéroe contiene que en sus inicios o en algún momento de su juventud o niñez sufrió un severo trauma; los conocemos bien. Muy pocos son los que nacieron «superhéroes» y no han tenido casi ningún evento traumático en su vida, como por ejemplo el ñoño de Superman. De ahí en fuera, la mayoría de ellos han pasado momentos o muy tristes o de devastación. Después viene la parte de desarrollo, casi todos encuentran a algún buen mentor, algún maestro estricto y con poco apego, pero con muchos valores positivos los cuales le inculca a nuestro héroe.

Paralelamente tiene que tener un villano; este, como bien nos enseñó el Mr. Glass, se forma o nace en el mismo momento en que se crea el héroe, dando así la idea de que un trauma por lógica desencadena muchas emociones, positivas y negativas, en el caso de los creadores que dan vida al superhéroe pues no siempre ponen todo en un solo costal, así que se divide en dos partes. Dando así pie a que se genere una serie interminable de hazañas y aventuras en las que nuestros amigos los buenos casi siempre saldrán victoriosos.

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Ahora, si imagináramos por un momento tratar de dar vida, en nuestro universo humano y mortal a uno de ellos ¿cómo sería? Por ejemplo; digamos que hay un tipo lleno de dinero por todos lados, que es un junior, le encantan las mujeres, la copa, la fiesta, las drogas, los arrancones de carros de lujo y no le entristece ni un poco chocar y destruir cualquiera de ellos… Este chico no ha tenido la vida tan fácil, se quedó huérfano de madre muy niño, perdió a su papá más adelante cuando éste era la única figura positiva que tenía y que trataba de inculcarle algo de valores. No vivió lo suficiente como para terminas de formar a su hijo como un hombre de bien. Este joven millonario tiene talento, es muy inteligente, nadie lo niega; pero ¡caray! ¡Cuánto talento desperdiciado en fiestas y drogas!

Así es querido amiguito lector, nuestro entrañable junior del alma según todas las estadísticas, estudios y casos recopilados de la vida real, diagnóstico: Depresión profunda, ansiedad, ataques de pánico, etc.. Muy probablemente se habría suicidado a los pocos años de quedar huérfano, muerto por sobredosis, o en el mejor de los casos no se suicidó ni nada grave, pero cedió a los intereses de los que quedaban de su familia para entrar a la empresa familiar, y siguió con las mismas bacanales de siempre; pero de volverse bueno o superhéroe y muy de repente visitar niños desnutridos en África, aunque sea solo para salir en la foto de la revista de sociales… nada.

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Ahora; hablemos del amigo fortachón, un as para los golpes (ya sea que sepa algo de box, artes marciales mixtas, o cualquier similar) además es inteligente, noble, se le da bien concentrarse en alguna tarea. Este hombre es sumamente solitario, no abre a nadie su corazón, porque ya lo han roto muchas veces, no soportaría una más. De hecho, cuando lo vuelve a intentar ya no tiene control sobre la relación, le ataca el pánico a perder a esa o esas personas, se culpa de todo, porque desde luego él es el centro del universo, aunque sea del universo de la tristeza; todo pasa por su culpa y va cargando con ese gran peso por la vida. Esto hace que sus problemas los quiera resolver rápida y fácilmente, ¿cómo? A golpes, que es lo mejor que sabe hacer. En esto es muy bueno, tan bueno que le gusta practicarlo seguido, con el que se le atraviese, el límite de lo correcto y lo incorrecto se va perdiendo poco a poco en su mente, hasta que termina agrediendo a cualquiera que lo contradiga o lo moleste un poco. Diagnóstico: Trastorno obsesivo compulsivo (lo cual implica neurosis y ansiedad), alto grado de agresividad poco controlable.

¿Qué tanto quisieras que una persona así te proteja del mal?

Digamos que conocemos a otro tipo muy parecido, fuerte, ágil, mucho más inteligente que el anterior, más activo, muy inquieto, inquisitivo, insatisfecho con lo que hay y un afán insaciable de justicia dado que él también fue víctima de abusos de pequeño, o alguna pérdida fuerte que lo desenfocó de algún objetivo positivo y productivo. Aprendió a adaptarse bien, sabe cómo caer bien, tampoco hablamos del alma de la fiesta pero es un tipo adaptable. No consigue ningún papel predominante en la sociedad, se mezcla fácilmente, pero mantiene bajo perfil; sin embargo, este efectivamente no puede tolerar ver alguna injusticia, ya sea a una anciana que recibe mal su cambio, o a un pequeño siendo maltratado por un bola de “bullys”, no se diga si oye gritos desesperados en un lugar obscuro y solitario. Lo único que lo llena de vida realmente es la violencia y cada vez que se llena las manos de sangre siente un enorme placer, aunque este sea efímero. Diagnóstico: Trastorno de personalidad antisocial: psicopatía, alta agresividad.

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¿Qué casos como estos en la vida real podemos recoger de personas?

Seguro que a estas alturas ya empiezas a ubicar en qué nivel se encuentra Batman, Punisher, Hulk, Deadpool, Wolverine, etc…

Pues básicamente ejemplos de lo más cercano a la realidad de casos de psicópatas o sociópatas funcionales los podemos encontrar (según esta investigación) en oficios como: Alto ejecutivo (CEO de preferencia), abogado, comunicador de radio o televisión, vendedor, cirujano, periodista, oficial de policía, clérigo y cocinero, desactivador de explosivos, etc. Efectivamente varios de estos oficios llegan a requerir de frialdad, resistencia al estrés y, en muchas ocasiones, falta de empatía.

En una entrevista que realizó Dutton (en La sabiduría de los psicópatas. Todo lo que los asesinos en serie pueden enseñarnos de la vida, de Kevin Dutton (Editorial Ariel, 2013)) a Robin Dumbar, profesor de Psicología y Antropología de la evolución de la Universidad de Oxford (Reino Unido), éste afirmaba: «Creo que toda sociedad necesita unos individuos particulares que hagan el trabajo sucio. Gente que no tenga miedo de tomar decisiones duras. De hacer preguntas incómodas. De exponerse y correr riesgos. Y muchas veces esos individuos, por la propia naturaleza del trabajo al que se dedican, no son necesariamente personas con las que te podrías sentar a tomar un té por la tarde».

Así que ¿qué tan psicópata o no resultó tu héroe favorito? ¿De verdad crees que podría defenderte o más bien te rompería la cara a golpes si lo haces enojar solo un poco?

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